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Rodrigo Silva, alegrías y tristezas en el mejor año de su vida

El joven preparador de 41 años conversó con Indice 1 sobre su gran año en la hípica nacional y los desafíos que tienen junto a su equipo de trabajo.


Por Ricardo Ortega

@morenonatural.cl

La hípica tiene una magia muy particular, ya que es un lugar donde absolutamente todos pueden tener y ganarse su espacio. ¿Cómo es qué un publicista titulado de la Universidad de Santiago de Chile termina siendo un gran preparador de finasangres de carreras? Hoy hablaremos sobre la historia de Rodrigo Elías Silva Santos, un joven entrenador de 41 años de edad que ha tenido el mejor año de su vida profesional, quien en base a un sólido trabajo logró ganarse un respetado espacio dentro de la actividad en Chile.


Es la segunda vez que recibimos al preparador. Siempre con su “buena onda” que lo caracteriza ya nos había invitado a los corrales que tiene en el Club Hípico de Santiago, donde nos contó muy brevemente cómo era su trabajo y lo orgulloso que estaba de lo que había logrado hasta el momento. El segundo encuentro, donde se realizó esta entrevista, la hicimos en el lugar donde se ha destapado profesionalmente: el Valparaíso Sporting.

El entrenador, de particular y llamativa cabellera, nos enseñó cómo era su trabajo en Viña del Mar, donde hasta el cierre de esta edición acumula la buena cifra de 24 triunfos en el recinto de avenida Los Castaños, todo gracias al trabajo de un formidable equipo que ha formado con gente como su capataz Francy Hidrobo, y su excelente equipo de cuidadores como Silvio y Linda, esta última a quien conocimos en profundidad hace unos meses atrás ganándose el cariño de toda la gente en la hípica nacional por su simpatía, sencillez y amor por los caballos.


Rodrigo, hijo del ex jinete Elías Silva y la reciente fallecida ex preparadora Ana María Santos. Además, sobrino del legendario Carlos Rivera. Vienes de una familia con un tremendo legado hípico…


¿Lo tomas como una presión extra a la hora de realizar tu trabajo?


Favorablemente no, porque no cargo con un apellido con tanta tradición. Por ejemplo, no tengo mucho que ver con José o Pedro Santos, es solo alcance de apellido. Creo que los logros en la hípica van y vienen. Tú papá o abuelo pueden ser muy exitosos, pero esto va y viene; vi cómo terminó decayendo mi abuelo, también como terminó “muriendo” mi mamá en la actividad. Ya estoy acostumbrado a estar abajo y disfrutando, cuando se puede, desde arriba..


¿Qué recuerdo de tu infancia tienes ligado a los caballos?


Desde que tengo memoria he estado metido entre las patas de los caballos. En mi infancia viví durante mucho tiempo en el corral 10, como a los 13 o 14 años me cambié a Estación Central, donde vivo hoy. Siempre estuve involucrado en la hípica, fui secretario de mi papá y cuando era más chico mi abuelo me obligaba a ensillar.


¿Pasó por tu mente ser jinete?


Obvio, trotaba con mi papá y menos mal que me agarró la “mafia del pan” porque no podría tener todos los gustos y beneficios que tiene ser preparador. Creo que todos los que estamos acá soñamos con ser jinete en alguna oportunidad. Mi papá me enseñó a galopar hasta los 17 años, pero por cuestión de peso lo dejé.


¿Por qué estudiaste publicidad y no decidiste seguir directamente con el mundo de la hípica?


Forma parte de la rebeldía que tiene uno cuando es joven. Tenía poco apoyo familiar, tuve que estudiar con crédito fiscal, no me daban los números y me iba bien en el colegio. Mi papá me ofreció su ayuda si yo estudiaba veterinaria y cómo me iba bien preferí estudiar Ingeniería Civil en Minas, porque dije ahí están las lucas y me alcanzaba el puntaje.


Cuento corto: duré un semestre. Me bajaron a Civil Ejecución y preferí dar la prueba de nuevo y saqué 855 ponderado en la prueba de ingreso. Así que me llamaron de la misma universidad. Yo iba con la idea de ingresar nuevamente a Ingeniería Civil para ver los errores que había cometido y me dijeron que no podía ir a la misma facultad. Por lo mismo, ellos me ofrecieron publicidad, poco menos me empujaron a estudiar esa carrera Hoy en día, y después de haber egresado hace 9 años, pienso que hubiese sido una buena opción estudiar veterinaria, pero ya aprendí y ahora tengo hartas ganas de estudiar eso.


Siempre están las ganas…


Si, de hecho, lo hablé con mi señora y el próximo año podría hacer un curso de técnico veterinario para materializar.


¿En qué año conseguiste tu patente de preparador?


No lo tengo bien claro, pero creo que fue hace como ocho u nueve años. Lo que pasa es que esta actividad me fue empujando de a poco. Yo justo terminé la universidad y mi mamá estaba empeorando con su enfermedad. Ella llevaba 27 años con Parkinson, ya teníamos menos caballos y propietarios, así que empecé a ayudarla. Empecé cuidando un ejemplar, después a tomar las responsabilidades de ella, luego cuidaba a otro caballo más. Luego, fui capataz y ya estaba con siete finasangres bajo mi responsabilidad. Así que como te decía, poco a poco me fui envolviendo y los mismos propietarios me empujaron a que sacará la patente de preparador. Yo no quería hacerlo, porque solo pensaba en ayudar a mi mamá. Así que ocupé sus instalaciones y aquí estamos dándole.


¿Recuerdas tu primer triunfo como preparador oficial?


Me dieron la patente el 23 de diciembre y gané mi primera carrera el 2 de enero, en el Hipódromo Chile con la yegua “Ooolala”. Al día siguiente corrí con “Go Casablanca Go” en la Copa Jackson y me clasifiqué para El Derby del 2013.


Me robaste las palabras. Vamos a esa fecha especial, domingo 3 de febrero del 2013 y tu primera participación en El Derby con Go Casablanca Go: ¿Cómo podrías describir esa experiencia?


Fue una bonita experiencia para alguien soñador. Imagina, mi mamá preparó 40 años y nunca tuvo la opción de correr El Derby. Entonces imagínate como estaba tras haberme clasificado con 10 días de patente, fue notable. Siempre creí en el caballo, fue un ejemplar que compré en índice 10 en un remate. Nos fuimos alargando de a poco, fue un proceso muy bueno, ya que avanzamos clásico a clásico, hasta que llegó el momento de correr la Copa Jackson y terminó cuarto. Terminé postergando mis vacaciones familiares, tenía pasajes para ir a Chiloé porque mi señora es de Quellón, así que al ver que había una posibilidad cierta de correr me quedé acá; se fue mi señora, mi mamá, mi tía y yo me quedé en el corral durmiendo al lado del caballo durante esos días previos.


Fue un Derby bien particular. Lo ganó Don Dionisio y donde ningún favorito llegó en tabla…


Sí, teníamos cierta opción porque no habían caballos tan dominantes, no habían ejemplares de Baeza en ese tiempo…


¿Qué sensación te dejó ese Derby?


Uno después de mucho tiempo se hace un mea culpa. Creo que, con mi caballo, me equivoqué con el último trabajo corto y también un poco en la instrucción, porque el ejemplar se vio muy liviano y no hubo un tren de carrera. Yo había mandado a Rodolfo (Fuenzalida) a correr séptimo u octavo y él venía cuarto gastándose desbocado. Fue una mala decisión ya que Don Dionisio venía detrás de nosotros y no era un caballo puntero, corrió El Derby de pato. Quizás si hubiéramos tomado la decisión, diez años después te estoy hablando, de correr altiro con ellos hubiesen sido diferentes los resultados, pero igual hizo una carrera digna, llegó como séptimo u octavo pero contento por la experiencia, el roce y estar involucrado, competir contra los caballos de Pato Baeza que los había vendido como casi de desecho fue notable. Guardó los mejores recuerdos con Go Casablanca Go.


Yo sé que es una pregunta un poco obvia pero ¿Qué significa Ana María Santos para ti, pero como preparadora?


Todo, me enseñó la responsabilidad. Mi papá sabía mucho arriba del caballo, era una persona muy virtuosa por algo ganó más de 1000 carreras, pero él era lo contrario a mi mamá. Él siempre donde podía ver una oportunidad la aprovechaba, un pillo de esencia.

Mi mamá era todo lo contrario, si le sobraban 10 lucas te las devolvía, siempre entendía que la responsabilidad y los valores estaban sobre todo.


El gran año de Rodrigo Silva con el Santa Corina


Hablemos del magnífico trabajo que has realizado con el Stud Santa Corina. ¿Cómo se gestó toda esa unión?


Estaba trabajando como siempre, destacar que soy un preparador que siempre está en terreno, así que uno de los clientes que yo tenía, Felipe, primo de César Martínez, me dijo que tenía un familiar que quería tener caballos y lo conversé mucho con él.

César llegó al corral y se compró la mitad de uno; al día siguiente llegó temprano, venía como a las 7 de la mañana. Me parecía bien raro. Tras el paso de un mes me dijo que quería tener un potrillo y ahí se desenvolvió. Yo no sabía del capital que él tenía y terminó comprando 70 millones en potrillos. Fue ahí cuando me dijo que me había estado estudiando desde temprano para ver cómo trabajaba a diario.


Yo creo que el destino nos juntó. Mi perseverancia y lo trabajólico que soy le ha entregado mi confianza. A César siempre le dije desde un inicio: “Con la billetera que tiene usted y con todo lo que sé yo nos debería ir muy bien”. Le he enseñado sobre el ambiente, a controlar la ansiedad. Hemos corrido y ganado clásicos, algo que es muy difícil. Es complejo meterse en los círculos más poderosos de los hipódromos, pero ya estamos llegando a eso.

N.de R: La entrevista fue realizada el miércoles 31 de agosto, una semana antes que Don Picho se adjudicará el clásico Pr. Valparaíso Sporting - Grupo III.


Ya están en los top ten aquí en Viña…


Ha sido todo un cuento. Hemos sido muy cuestionados por nuestro trabajo. Son feos los comentarios que se han dado. A César se le catalogó que era traficante, porque apareció con muchos caballos. A mí me acusaron de que le estaba poniendo cosas a los ejemplares. Esos mismos comentarios dañinos han traído problemas en el corral. Por ejemplo, dejaron de proveerme de avena porque decían que mi propietario era tránsfuga. Si tu apareces y no ganas nunca no molestas, pero el ambiente es envidioso. Se fueron poniendo más trabas en el camino, agrandar el espacio para los caballos ha sido una lucha estos últimos dos años; reuniones con gerencia en el Sporting, en el Club Hípico y favorablemente acá en Viña nos abrieron la puerta. Espero seguir así no más, esto necesita trabajo, constancia y yo soy porfiado.

¿Sientes que este es tu mejor año como preparador?


Sí, totalmente. Siempre ganaba 20 o 24 carreras en un año, un promedio de dos por mes. El año pasado gané 42 en total y ahora ya llevo 45*, entonces es lejos mi mejor año. Creo que estoy capacitado para rendir mucho más, a medida que mejoren los caballos y tenga más números de ejemplares, eso va de la mano con más ganancia.


*: Al cierre de esta edición lleva 49 carreras ganadas.

Hablemos de los caballos árabes, que había antes en el Club Hípico ¿Cómo fue tu experiencia con este tipo de ejemplares?


Fue una bonita oportunidad en este vaivén que te da la hípica, que de repente te va bien y te va mal. Llegó la familia Spoerer del Haras la Compañía, quienes manejaban la información que iban a hacer estas carreras y accedí a entrenarlos. Eso sí, antes recibió el rechazo de otros preparadores como Abarca o Urbina, quienes se negaron a preparar esos caballos.

El hijo mayor de Juan Spoerer me propuso la idea y lo escuché con atención. Tomé el caballo y empecé a trabajar. Me di cuenta que no bebían la misma cantidad de agua, que no marcaban los mismos parciales y empecé a hacer una lectura, son bastante distintos a los ingleses y en eso tuve los resultados. La primera carrera la corrió Fernando Diaz y ganó por 30 cuerpos.


Esos caballos debutan y maduran tarde…


Si, son un poco más toscos de temperamento. Un caballo árabe que se te amañe es muy difícil sacarle la maña, pero ellos maduran más tarde. Lo empiezas a montar a los dos años y maduran a los cuatro. Tienen una vértebra menos, por eso se les para la cola; su capacidad pulmonar es distinta, se alimentan menos, pueden estar días sin tomar agua.

Fue algo bien curioso conocerlos. Te vas desarrollando en esto; intenté ser criador y eso te va enseñando sobre la maternidad, entre otras cosas. Al final te das cuenta de que el tiempo que estés con el caballo es la lectura que le puedes dar.

¿Te gustaría que volvieran esas carreras?


Emanuel Aguilar dijo que iban a volver. Yo creo que sí están los clientes y el espacio no habría ningún problema. En ese tiempo yo tenía espacio y tenías más caballos árabes que ingleses, entonces me enfocaba y los atendía igual que a un ejemplar de carrera.


Les daba atención, jarabe, trabajaban corto, partidor, distancia. Me di cuenta que mis colegas se tomaban esto un poco al lote, al azar. Muchos caballos llegaban la misma semana que corrían o incluso el mismo día desde el campo, yo creo que en eso estaba la ventaja superlativa que yo tenía: yo los preparaba, los caminaba, los tonificaba tal cual como los ingleses.


¿Cómo podríamos definir tu estilo de preparación, tu sello o impronta personal?


Cada caballo es un desafío nuevo. Hay que saber darle la vuelta a los caballos, especialmente a los que están en training. He visto tanto caballo malo que preparó mi abuelo y mi mamá y darle la vuelta. Con ellos el trabajo es difícil, porque cuando tienes uno bueno se te hace más fácil, trabajan bien, te dan menos problemas pero cuando tengo uno malo le pasan muchas cosas.


Yo soy re porfiado. Aquí tengo a un caballo en el corral desde hace tiempo, Biby el Dandy*. Tiene cuatros años, lo vamos a hacer correr y la idea es hacerlo ganar. Creo que en la constancia, perseverancia y que el cliente tenga la paciencia de creer en mí está la clave.

Me gusta preparar caballos para que puedan correr largo, mis colegas no hacen el intento. Creo que lo sé hacer, falta un poco de material no más. Ahora lo estamos teniendo con unos potrillos y uno puede ir probando.


*: Biby el Dandy hará su debut este lunes 3 de octubre en el Valparaíso Sporting.


¿Cuáles son los mejores fonderos que tienes por ahora?

Fondero tienes actualmente a Lucky and Perfect …


Lucky and Perfect, aunque a él lo estamos probando en otras distancias; Gran Berraco que lo estamos alargando; la yegua Gloriosa Amanda va a correr 1.500 metros de a poco. Creo que las carreras de fondo, si bien son más largas, son menos exigentes y más pausadas en el programa de temporada. Entonces te obliga al caballo a correrlo cada 15 o 21 días, no así un caballo que corre corto que uno le va acortando la vida si lo corres todas las semanas. Si tienes un caballo largo, las carreras son mejor pagadas.


En base a eso, ¿Con qué ejemplares has disfrutado más este año? ¿Cuál te ha causado mayor felicidad?


Don Picho, sin duda. Con El Marginal tengo los mejores recuerdos, porque fue mi primer clásico en el Club Hípico y Don Picho fue mi primer clásico en el Sporting. Los dos tienen un lugar especial, pero detrás de cada carrera hay un sabor especial. En las de índice 1 hay ejemplares que han pasado por seis preparadores, jinetes que no los quieren montar, llegar, hacerlos correr y además ganar, se disfruta enormemente.


¿Qué opinas del trabajo que ha realizado Francy, Silvio y Linda en el corral de Viña del Mar?


Estoy muy contento y agradecido de ellos. Francy es casi como mi familia, trabajó con mi mamá y desde entonces nos conocemos. Cuando decidí crecer en esto comencé a hablar con él, a pololearlo, ver cuánto ganaba, hasta que lo pude convencer. Creo que es fundamental la confianza, la lealtad y él tiene todo mi apoyo, confió en él. Sobre la Linda, en un momento quedó a cargo del corral y también confié plenamente en ella. Obvio que siempre hay cositas por mejorar y no por eso no discutimos. No por eso no los reto y estoy presente todas las semanas, creo que siempre podemos conseguir más cosas trabajando juntos.


¿Qué personas han sido tu inspiración en este camino?


Mi tío, sin conocerlo; mi papá y mi madre; la familia es lo más importante. En cualquier profesión uno tiene una imagen a seguir y yo creo que sin duda son ellos. La familia es muy numerosa pero la cercanía es bien pequeña, agradecerle a mi tía y a mi prima que siempre han estado conmigo.


Siempre te vemos en los hipódromos con tu hijo. ¿Te gustaría que él siguiera con esta larga tradición?


Obvio, lo más importante es cuando uno llega a los 15, 16 años y tiene esa etapa de rebeldía. Yo más maduro debí haberle hecho caso a mi papá y estudiar veterinaria; entonces para mí lo más importante es que Pedro estudie lo que él quiera.


¿Lo ves interesado?


Si, a diferencia de su hermano que no le gustan los caballos. Pedro lleva la sangre hípica. Me ayuda a ensillar, sabe ciertas técnicas de cómo tomar los ejemplares de abajo, sabe hasta galopar. Creo que va bien avanzado, pero va a depender de las ganas y de lo que a él le guste. No quiero presionarlo, porque a las finales uno se queda aquí y es difícil que te salgas, porque te gusta, te atrapa. Eso es algo que le pasa a toda la gente, no solamente al preparador, los capataces y los preparadores; tu ves el mundo laboral afuera y de repente cualquiera gana $500 mil y aquí la gente gana poca plata, solamente porque les gusta el mundo. La gente privilegia trabajar con caballos que las lucas.


¿Cuál es el motivo por el qué actualmente tus caballos no corren en el Hipódromo Chile, siempre lo vemos en el Club Hípico y en Viña?


Lo primero es darle prioridad y más rodaje al Valparaíso Sporting, como nos ha estado yendo tan bien acá, queremos que eso se siga fomentando. No tiene sentido ir a correr al Chile si acá corren a la misma mano, de repente con algunos caballos puntuales, a petición del propietario vamos. Esto sumado a que tuve un dopaje que aún no está muy claro y no están muy convencidos de lo que pasó, así que prefiero evitar. Ahora cambiaron el salivarium en el Hipódromo Chile, hay otro sistema de control, hubieron varias demandas de otros colegas, se profesionalizó un poco más pero si tenemos un caballo con proyección que gira bien a la mano en el Chile y veo que puede competir allá, obvio que lo voy a llevar. Pero tengo casa matriz en el Club Hípico y en Viña, por ahora.


¿Has formado grandes amigos en la hípica?


Pese a que siempre me veo rodeado de gente, no tengo muchos amigos. Estoy acostumbrado a esto que estás bien y mal; con una cerveza en la mano están todos al lado tuyo, te estas ganando carreras y todos te soban el lomo, pero cuando estaba mal nadie apoyaba. Tengo pocos amigos, soy muy cordial, muy humilde. Los valores nunca se deben olvidar, pero también tengo que ser honesto que no a toda la gente la considero amiga.


¿En este mundo a quién consideras amigo?


Había un capataz de mi mamá que se llama Rodrigo Castro, a él lo considero un amigo. Mucha gente me ha ayudado en el camino, pero es difícil nombrar a alguno, trato de tener buena relación y comunicación con mis colegas; soy bien afable, no manifestar los problemas que uno tiene en la casa en el corral; hay que tratar de no mostrarlos hacia afuera y vivir en armonía.


Hablemos de tu monta oficial Wladimir Quinteros ¿Cómo se gesta y se gana tu confianza para ser tu jinete oficial?


Con Wladimir nos conocemos hace un buen tiempo. Hay que decir que Franco Sánchez era el que montaba los caballos del Santa Corina, pero era muy irregular y ahí se metió Wladimir. A las finales nosotros privilegiamos la lealtad. César cree mucho en él, sabe que se la juega, que nunca va a dejar un caballo botado y eso nos ha dado resultado. Venimos a trabajar casi todas las semanas con el “mono”. Me monta los caballos en Santiago y yo creo que esa es la clave, que el jinete conozca al caballo, porque hoy en día como hay carreras a cada rato, el jinete llega a subirse al ejemplar el día de la carrera y ni conoce el caballo.


Yo creo que en el conocimiento de los caballos está la clave del éxito, he presionado un poco más a Wladimir porque es medio flojo. Lo paso a buscar y a dejar, también en virtud de la amistad que tenemos, nos vamos conversando de los caballos y lo que pasa en el día se queda en ese día. La idea es seguir ganando más y más.

¿Te arrepientes de no haber seguido ejerciendo tu carrera profesional?


En realidad no, porque nunca llegué a ejercer. Di mi examen de grado con un 7.0 y mi tesis con un 6,8. Me ofrecieron quedarme trabajando en la misma planta de comunicación de la USACH y ni lo pensé, quería descansar de tanto computador y programa. Me di cuenta que en realidad me gustaban los caballos, tengo el título puesto en el comedor y lo veo de vez en cuando, uno nunca sabe si en el futuro lo ocuparé.


¿Crees que la hípica a veces es un mundo injusto para quienes lo dieron todo por esta actividad?


Si, he visto mucha gente que ha sido muy exitosa y a finales las instituciones en vez de hacerles un homenaje, los terminan achacando con deudas. No se valoran todos los años de servicio. La deuda de luz y agua que tenía mi mamá, me la descontaron a mi cuando saqué la patente, pero en virtud de que no me quitarán el corral y de cómo funcionan los monopolios, la terminé pagando y quedé limpio, pero no sé si todos terminan de la misma forma.


Creo que si tuviéramos una hípica un poquito más desarrollada debería enaltecer el nombre de mi mamá o de otros jinetes y preparadores exitosos, tener un salón de la fama o por último, mirarlos con un poco más de respeto.


Poca gente se acuerda de mi mamá, cuando ella partió en la actividad no existían los medios de comunicación y era la única mujer luchando entre medio de tantos hombres. Fue una visionaria en el tiempo de la revolución que hay por la igualdad de género. Fue la que más triunfos consiguió hasta hace poco, con más de 400. Imagínate, lo notable que fue luchar tantos años contra la adversidad, yo me saco el sombrero por ella.


¿Cómo es la vida de un preparador? Desde el punto de vista económico, recientemente mencionaste que se pierde más de lo que se gana.


Si, por lo general cuando te está yendo mal uno empieza a meter su propia plata, te empiezas a meter en caballos para tener capital de trabajo, te ganas una carrera y tienes que pagarla en arriendo o soslayar las deudas de los propietarios, entonces vas cayendo en un hoyo pensado que te va a ir bien. Creo que mi estatus y mi nivel de vida ha mejorado considerablemente gracias al Stud Santa Corina, porque cuando hay abundancia todos desparraman, así que creo que eso me ha permitido ser más ordenado. Ya no tengo la necesidad de tener tantos caballos propios, aunque tengo parte en ocho, pero antes tenía 14 y de esos mantenía un porcentaje de propiedad en 10. Lo que ganaba era para usarlo en alimentos para los mismos caballos. Cuando uno se dedica solo a preparar y eres ordenado te va muy bien y puedes prosperar.


Vimos que compraste unos potrillos en el último remate. ¿Se viene el sueño de competir en los clásicos generacionales?


Obvio, si bien no son caballos de alta plusvalía, cada vez que uno compra un potrillo de 2 años está soñando. Esperemos poder competir en los clásicos generacionales, competir en un Grupo I y quizás ganarlo. El mejor ejemplo es Don Picho, que costando 3 millones ha competido y está en lo más alto. De repente el valor o el pedigree no coinciden mucho con el rendimiento que después muestran en cancha.


Soñando un poco, ¿Qué prefieres ganar El Ensayo o El Derby?


El Ensayo. porque siempre fui nacido y criado allá en el Club Hípico, aunque El Derby es la carrera más importante de hípica chilena por todo lo que atrae y creo que tiene un sitial importante.


¿Cuáles son tus metas o desafíos para los próximos años?


Tratar de seguir aumentando el número de caballos y eso plasmarlo en triunfos, a las finales uno se siente más valorado y querido, te sube el ego, pero sin perder nunca la humildad. Me gustaría poder conseguir un clásico de grupo y seguir soñando con ganar un Latino. Deseo preparar afuera del país algún día, creo tener la sabiduría con los caballos y me encuentro capacitado para desarrollarme en cualquier lado. Me dijeron que probara con Viña y aquí estoy igual o incluso mejor que en Santiago.-


El último adiós a Ana María Santos


Es de conocimiento público que el pasado viernes una lamentable pérdida remeció a la hípica nacional. La destacada y querida ex-preparadora Ana María Santos Carreño dejó este mundo terrenal a los 70 años de edad tras batallar con una larga enfermedad que la tenía con muchas complicaciones de salud.


Ana María Santos obtuvo su patente en 1976, donde ejerció su labor en el corral 10 del Club Hípico de Santiago. Su primer triunfo lo obtuvo el mismo con "Formosa", siendo propiedad de su madre y teniendo como jinete a Carlos Rivera, que a la vez era su cuñado. La entrenadora fue una de las más ganadoras de la hípica nacional con más de 410 triunfos, récord superado por Ercira Alarcón.


En el 2016 dejó la actividad por sus problemas de salud. Sin embargo, sus colores verde, lunares y gorra amarilla no dejaron de verse en las pistas, ya que hace poco logró una bonita victoria con “Sueño del Alma” en el Sporting.

Cuando entrevistamos a Rodrigo nos contaba del estado de salud de su madre, quien ya se veía complicada y empezaba a asimilar una posible partida de este mundo. A continuación te dejamos el material inédito sobre la conversación con el entrenador.


¿Qué sientes al seguir el legado de tu madre?


No siento mucha culpa ni peso por el apellido, siento solamente la carga moral de siempre actuar bien y tratar de transmitir lo que todo el mundo recuerda de ella: su responsabilidad, su abnegado trabajo, entre muchas cosas más que le intentó transmitir a mis hijos.


¿Alcanzaron a hablar de tu desempeño como preparador con ella?

Si, obvio. Desde que se divorció de mi padre yo me hice cargo y ella es todo para mí.


¿Crees que tu madre marcó un hito en la hípica nacional?


Sin duda, siempre la gente la recuerda de la mejor forma. Trabajar en un ambiente tan machista, la hizo ser una mujer muy dura y ruda. Ella hacía la pega de padre y madre. Tengo que ponerle el hombro y acompañarla hasta el último de sus días.

Rodrigo cumplió su palabra y estuvo con su madre hasta el último día de vida. Asumió como buen hijo su responsabilidad con quien le dio todo, entregando un amor abnegado hasta el día que la vida los separó de forma física, pero nunca de alma y corazón.

Estimado, preparador: “El amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende las dimensiones del tiempo y del espacio”. Su madre estará toda la vida a su lado, acompañándote en las buenas y malas, como siempre lo hizo. Sigue triunfando y haciéndose un nombre en la hípica nacional.-



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