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Linda, la estrella que nunca deja de brillar

La joven cuidadora de caballos llegó al recinto viñamarino con una maleta llena de sueños y madurez a los 13 años de edad. A base de un sólido trabajo ha logrado posicionarse como una de las futuras promesas femeninas de esta actividad. Esta es su merecida historia.

Por Ricardo Ortega

@morenonatural.cl

Por los pasillos de los hipódromos se esconden a diario un sinfín de historias que la mayor parte del tiempo son ignoradas o pasan inadvertidas por el resto de las personas. Hay relatos bellos, atestados de pasión y afecto por esta actividad, que merecen y deben ser publicados en algún lugar para que no se pierdan en el desdén que es la vida. Es ahí la importancia de revalorizar la hípica nacional en los medios de comunicación y las distintas plataformas que tenemos en la actualidad.


Entre tanta gente que trabaja en el Valparaíso Sporting hay una persona que desde hace mucho tiempo nos llamó la atención. La observamos muchas veces en las reuniones de carreras llevando los caballos preparados por Rodrigo Silva, siempre con una sonrisa que brilla más que un arcoíris y una mirada de amor infinito a los ejemplares que la acompañan. Logramos contactarnos con ella vía redes sociales, donde le explicamos que queríamos hacer una nota sobre su labor en los corrales del recinto viñamarino, aceptando siempre con una humildad que exalta a cualquier corazón.


Es jueves y no hay competencias en Viña del Mar. Llegamos al Valparaíso Sporting e ingresamos por la mítica entrada de avenida uno norte, frente al puente “cancha”. Ahí estaba ella, Linda Estrella Geldres González, una joven cuidadora de tan solo 20 años, esperándonos con una tímida sonrisa y lista para hablar sobre su pasión: los caballos.

Tras saludarnos y compartir una breve plática, caminamos junto a ella rumbo a la “Nave 1” con el fin de mostrarnos su lugar de trabajo. A medida que avanzamos, logramos ver y analizar el abandono que a veces tiene el Valparaíso Sporting con sus trabajadores más importantes. En el lugar donde salen a pasear los ejemplares se apreciaban restos de un árbol caído (tema que ya fue solucionado a la hora de la publicación de esta entrevista), una casa afectada por este mismo sin ser arreglada, el tema de la basura y el olor a desagüe que llevaba días sin ser reparado. Estos temas no estaban considerados a la hora de hacer nuestras preguntas, pero espontáneamente salieron a la palestra y no podíamos dejarlos pasar. A veces tapar con una malla verde y ocultar la realidad de lo que pasa en los corrales no es una buena idea, amigos del Sporting…

Volviendo al tema principal, Linda nos presentó con mucha emoción a los regalones que tiene a cargo. Primero, estaba la hermosa “Bruseña”, una hembra mulata de cinco años que en todo momento intentaba llamar la atención para que le hiciéramos cariño; también estaba la sofisticada “Casablanca Dancer”, una hembra colorada de la misma edad que su compañera de corral. Finalmente, estaba el gran “Sueño del Alma”, un rosillo castrado de siete años que no nos prestó mucha atención. Incluso intentó mordernos, dejando en claro que estábamos en su territorio y que él era el verdadero protagonista de ese lugar.

Sueño del Alma.

Según indica nuestra entrevistada, esos “caballitos que son de Índice 1 a mi me encantan, porque ahí se debe trabajar mucho más”, añadiendo que cuando uno de ellos gana “se ve el resultado de ese largo proceso de preparación”. “Uno se llena de satisfacción cuando ve que el caballo respondió al cariño y la conexión formada con él”.

Tras esa linda e improvisada presentación de sus regalones, procede a presentarnos a su equipo de trabajo, donde destaca por sobre todas las cosas a su capataz, José Francisco “Francy” Hidrobo, a quien lo ve como un verdadero padre y mentor en este hermoso mundo de los caballos. La joven comenta que su recepción en el corral ha sido “impecable”. Sin embargo, aclaró que no es su primer trabajo oficial en la hípica, relatando que tuvo sus primeras labores ligadas a esta actividad con el preparador Juan García y la preparadora Inés Maffud, quienes le permitieron seguir aferrada a esta “dulce locura”, como diría una famosa canción española.


Durante ese tiempo que estuvo trabajando con la adiestradora, aseguró que “pude conocer a muchos preparadores, como Jorge Araneda, Víctor Moris, Enrique Lagunas, Wilfredo Mancilla”, entre muchos otros más, los cuales la ven con mucho respeto por la forma en que ha realizado su trabajo.


Pero, ¿Cómo nace ese amor por los caballos?


“La primera vez que tuve una conexión con un caballo fue cuando tenía cinco años, en el campo de mi tío en Concepción. Me subí y me caí; me volví a subir y se volvió mi animal favorito”.


¿Qué opina tu familia de este modo de vida que has decidido llevar trabajando en el Valparaíso Sporting tan joven?


“Mi familia es oriunda de Forestal y ninguno está ligado a la hípica, por lo tanto les costó entender un poco este sueño que tenía. Incluso, les comenté el tema de mi pasión por los caballos a los 10 años de edad, fue ahí que decidí proyectar mi vida en cualquier actividad que fuera relacionada con ellos. Les conté que no quería ir a la universidad, ya que mi camino estaba en la hípica. En realidad no encontraba una vocación en las carreras que dictan en la educación superior. Yo conocí este mundo y me enamoré perdidamente de todo lo que compone el mundo del turf: las carreras, el cuidado del animal, los hipódromos de acá y del mundo, etc.”


¿Cómo fue esa conversación con la familia a tan temprana edad?


“Les dije ‘Mamá, papá, les quiero decir algo. No me veo trabajando en algo que no sea con caballos, ahí está mí verdadera pasión’”. En esa misma línea, explicó que “no quería trabajar en algo que no me guste, sino que todo lo contrario, buscaba algo donde lo pudiera hacer con mucha vehemencia”.


A pesar que al principio su familia no creía mucho en el sueño, Linda siempre mantuvo una actitud enfocada en lograr su ansiada meta: trabajar con los finasangres de carreras. Una decisión muy madura a tan corta edad, agregando que tras cumplir su educación media obligatoria decidió meterse de lleno entre las “patas de los caballos”.


“Yo creo que hay personas que traen la hípica en la sangre, porque dicen que “mi papá o abuelo fue jinete, etc.” En mi caso no es así, no tengo ninguna descendencia directa. Por eso, seré la primera persona que va a llevar este tipo de “sangre” en mi familia. Yo ya me siento parte de esta profesión a mi corta edad”.


Mencionaste que tu familia no está ligada en nada a esta actividad, ¿Cómo haces el enlace definitivo para llegar al Sporting?


“Llegué cuando tenía entre 13 y 14 años. La primera vez que vine fue gracias a un pastor, ya que me congregaba en una iglesia de Forestal. Ahí le comenté a él cuál era mi verdadero sueño y no dudó en ayudarme. Él me contó que tenía miembros de su iglesia que se congregaban y trabajaban acá. Tras ese enlace, logré venir por primera vez a unos corrales. Llegué, me presenté a una persona y le expliqué que quería aprender más de este mundo, pero me dijo que no podía estar ahí porque era muy chica, que no tenía fuerza para controlar un caballo, que no sabía nada, entre muchas otras explicaciones. En conclusión: ‘me mandó pa’ la casa’”.


Fueron unas palabras que le afectaron pero no le impidieron seguir en la búsqueda de su felicidad. Linda reveló que insistió y se presentó nuevamente en los corrales de Viña del Mar, donde fue recibida por una persona que cambiaría el rumbo de su vida.


“Cuando vine por segunda vez conocí a una persona que se llama Juan Araya, que en ese entonces era capataz del preparador Luis Machulas, y tenía de empleado a José Francisco, quien no dudó en abrir las puertas para que pudiera concretar el deseo de toda mi vida: trabajar con caballos. Recuerdo que me dijo: Linda, no hay ningún problema. Ven cuando quieras, pero lo único que te voy a pedir es que no te metas en accidentes con caballos, aprende lo más que puedas hasta que te aburras. Obviamente lo decían porque no me veían futuro, una mujer chica aquí no tenía muchas esperanzas. Pero gracias a José Francisco Hidrobo aprendí todo. Me enseñó desde hacer una cama hasta montar. Él es mi profesor”.

En esa misma línea, nuestra entrevistada reveló que “venía todas las vacaciones para acá, tanto en invierno como en verano”. Además, confesó que cuando estudiaba en la educación media siempre decía que su futuro era en la hípica, confirmando a su círculo de cercanos que la tendrían en unos años más entre las patas de los caballos. “Todos sabían que iba a subir una foto con un caballo en algún momento”, reveló entre risas y una mirada que denota una sensación de satisfacción por haber logrado su objetivo.


¿Qué significa el Sporting para ti?


“Es mi casa y mi cuna. Son mis raíces y creo que aquí ya estoy radicada. Este lugar me ha visto crecer. Yo soy súper feliz aquí. Me siento muy cómoda”.


¿Cómo es la relación con tus compañeros?


“Es impecable, no me puedo quejar. En todos los corrales que he estado siempre me han tratado súper bien. Siempre he tenido una buena bienvenida y un grato ambiente laboral. Creo que recuerdo más los conflictos porque han sido muy pocos. Me atrevería a decir que no he tenido problemas graves con nadie acá”.


¿Cómo es la jornada laboral de un cuidador de caballos?


“Mi jornada empieza a las 8 de la mañana y termina a las 17 horas, a excepción de los días de competencias, ya que ahí mi turno dependerá de los caballos que uno lleve en la reunión. Si corre en la última, deberé esperar que termine su presentación en la pista para poder irme. En los días normales llego temprano, me cambio de ropa y amarro al primer caballo, normalmente es el que está galopando. Ahí les hago su rutina diaria: hacer su cama, limpiarlo, lo apero y si es que no hay jinete en el corral, tendré que llevarlo a la cancha para galopar con él. Finalmente lo lavo y así es con cada uno”.

A lo largo de tu trayectoria en la hípica, ¿Qué caballos recuerdas con mucho cariño?


“Hay muchos. Con el primero que tuve una conexión muy especial fue con “Late Corazón”, ya que fue uno de los primeros finasangres que monté y cuidé sola, aprendí mucho con él. Eso ocurrió cuando tenía 13 años, en un periodo de vacaciones donde trabajaba con mi capataz actual; él me pasó ese caballo, era muy lindo, fue una conexión muy grande.


También está “A su orden mi”, que fue un caballo con el que entré a la cancha a galopar. Lo recuerdo porque tuvo una historia muy linda. Lo galopé durante la semana previa a su reaparecida, siempre con un buen presentimiento por lo que estaba mostrando en la pista. Al momento de correr ganó de inmediato, fue como “wow”. En esa lista también agregaría a “Un Elegido”, que también fue uno de los primeros caballos que cuidé cuando inicié mi camino en el Sporting.


Finalmente, un momento que recuerdo con mucho cariño es junto a “Garota do Rio”, una pequeña con la que tuve un trabajo muy duro, ya que me costó demasiado entender su carácter. A ella se la iban a llevar del corral y decidió ganar en su última carrera con nosotros, en la jornada de clausura del Sporting en 2020. Fue hermoso, una satisfacción muy grande por todo el trabajo que hicimos con ella”.

¿Te han criticado por cómo haces tu trabajo?


(Tras pensarlo un momento decide responder) “Una vez, cuando estaba aprendiendo a montar “bien”, me subí a un caballo para sacarlo a caminar después del galope, pero en el paseo se puso a “saltar” y complicarme un poco. En eso pasa un caballero montado en otro ejemplar y me dice muy humillantemente que me bajará del animal, que si no sabía dominarlo mejor me fuera de la hípica porque no servía ahí. Al final esa fue la típica crítica por la “poca fuerza” que tiene la mujer. Ese fue uno de los comentarios que me quedó marcado por mucho tiempo, pero en vez de tirarme “hacía abajo” me impulsó mucho más para demostrarme que yo sí puedo”.


A medida que avanza nuestra conversación, es increíble ver como Linda se nota mucho más relajada que al principio de la entrevista, su sonrisa nerviosa pasa a una de felicidad al relatar sus experiencias. Ella es feliz con lo que hace e inconscientemente logra irradiar esa calidez humana al resto de las personas.


¿Es machista la hípica?


“Cuando llegué al Sporting pensé que sería un mundo machista, porque la actividad ha estado pensada y ligada para los hombres, pero me adapté bien. Yo creo que uno debe adaptarse a este mundo, porque ellos no van a dejar de hacer sus cosas solo porque hay mujeres. De todas formas, igual a veces te pasan a llevar, creen que por ser del sexo femenino una es incapaz de hacer las cosas.


A pesar de eso, me recibieron súper bien en este conocido “Lado B” del recinto (se le dice así al sector donde están los corrales porque rara vez el Sporting muestra lo qué pasa en ese lugar, siempre ha estado al margen de lo que pasa en el “Lado A”).


El problema de este tipo de actividades donde dominan los hombres es que la falta de feminidad se nota mucho, pero actualmente me gusta como va cambiando todo. Ahora se ven más mujeres en la hípica. Están las periodistas hípicas en Santiago (Coté Molina, Alejandra Sánchez y Cristina Pontigo), las mujeres cuidadoras, las preparadoras, entre otras que hacen su función para que la actividad siga desarrollándose día a día”.


¿Qué opinas que hayan tan pocas mujeres trabajando en la hípica chilena?


“Me parece muy mal, pero déjame decirte algo. Las mujeres se la pueden, pero he visto casos donde las colegas están arriba de los caballos y se bajan solas. Tal vez no logran adaptarse o no tienen la pasión suficiente por el ambiente. También puede ser el miedo y es normal. Cualquiera se asusta si ve a un caballo parado en dos patas “dando jugo”. Tal vez tengan una sensación de pánico a la hora de dominar esos problemas, pero sí se puede estar en este mundo”.


Nuestra joven entrevistada también sorprendió con un tema que a veces no es muy tocado respecto a la ausencia de mujeres en la hípica: la soledad y la brecha generacional.


“A veces uno quiere conversar o tener algún apoyo femenino dentro de la hípica pero cuesta mucho encontrarlo. Por ejemplo, yo siempre me he aferrado a mi capataz, pero a veces uno tiene o vive cosas que necesita expresarlas con alguien de su mismo género y es difícil hallarlo acá. Somos muy pocas, te podría enumerar a algunas, como la preparadora Inés Maffud, la Sofía, que es su hija, a Bernardita, a la tía “Cuchi”. Todas son mayores que yo y se nota esa brecha de edad a la hora de tratar de conversar algunos temas. Eso es fome igual, pero las pocas mujeres que estamos somos muy unidas”.


¿A qué mujeres de tu género admiras más o son un ejemplo a seguir?


“Las principales mujeres que admiro son las jocketas, porque tienen que luchar mucho para llegar a donde están. Por eso cada victoria que obtienen es muy celebrada, porque detrás de cada logro hay mucho más esfuerzo que cualquier colega hombre. Tras ellas, todas las mujeres que están en la hípica son lo máximo”.

Sueños, críticas y mirada al futuro


¿Cómo te ves profesionalmente en unos años más?


“Uy, la hípica es muy versátil. Me gustaría dar el salto en algún hipódromo de Santiago en el futuro. Creo que por ahora solo quiero aprender más cosas. Cada día es una etapa de crecimiento. Quizás tomaré decisiones más adelante cuando la vida me lleve a esas oportunidades. Dios sabrá qué plan tiene con mi vida”.


¿Cuál es tu sueño?


“Me gustaría tener un título profesional, tal vez algo relacionado con técnico veterinaria, porque creo que la medicina ya son palabras mayores para mis capacidades. Pero un sueño mucho más lindo sería tener un Stud. El solo hecho de partir de abajo, de tener tus propios caballos y prepararlos sería hermoso”.


¿Algún nombre qué tengas en mente?


“No lo he pensado, pero creo que el nombre que formaría para ese stud sería con algún caballo o alguna cosa importante que me haya pasado en mi vida. Ahí haría el nombre final”.


¿Te gustaría visitar otros hipódromos en el mundo?


“Me encantaría ir a Belmont Park o el Hipódromo de Saratoga, aunque Perú me llama la atención, bueno hace poco un caballo nos ganó aquí el GP Hipódromo Chile (ríe). Me gusta el estilo de trabajo que tienen, es una forma bien peculiar para realizar sus labores con los ejemplares. Ojalá algún día pueda ir. En Argentina me gustaría conocer el Hipódromo de La Plata, pero en realidad creo que todos tenemos el “sueño americano”. Igual me llama la atención esa hípica que hay en algunos países nórdicos, como Noruega o Suecia, donde se ve que las mujeres son una especie de “matriarca” en el mundo de la hípica”.


¿Qué cambios te gustaría que hiciera el Sporting con los trabajadores del “Lado B”?


“Creo que la atención. Falta que venga la gente desde el “Lado A” más seguido. Existen páginas en Facebook que informan sobre lo que pasa acá (Hípica Sporting), pero las autoridades son las que deberían venir porque siempre estamos en una situación donde no nos ponen la atención necesaria. Si revisan las partes donde se dejan las “guaneras”, verán que están llenas y el camión viene a sacarlas una vez a la semana, dejando una gran cantidad de basura y olor alrededor. A veces hay inundaciones y prácticamente se tiene que mojar todo el paseo para que venga alguien a revisar y tomar cartas en el asunto. No te lo niego, a veces vienen, pero es muy escasa la atención con sus trabajadores y la imagen falsa que quieren dar hacia el exterior. Prefieren tapar con una malla que mostrar las condiciones que hay acá. Deberían enfocarse más en el recurso humano”.


En esa misma línea, Linda alzó la voz para referirse a un tema que le molesta bastante a ella y a varios colegas que trabajan en este sector del Sporting: las ambulancias.


“Normalmente deberíamos tener dos ambulancias operativas en caso de ocurrir algún accidente, cosa que pocas veces se da. Además, el equipamiento de estas es muy malo. Cuando mi capataz se accidentó hace unos meses atrás lo llevaron a la clínica y no tenían como paralizarlo. No tenían inyecciones, ni equipo de reanimaciones, etc. Con suerte había una camilla, un paramédico y sería. Entonces yo digo ‘pucha, estamos en un trabajo súper riesgoso donde compartimos con seres vivientes que pueden ocasionar accidentes y puede ser muy grave’. Hay gente que se ha muerto al caerse de un caballo en los trabajos matinales y realmente la atención de la ambulancia es mala y es un aspecto a mejorar sin dudas”.

¿Te gustaría decirle algo a quienes leerán esto?


“A las mujeres les quiero decir que se atrevan, no duden de sus capacidades, no tengan miedo, porque la presencia femenina se ha ido potenciando en distintos lados de la hípica. Yo les aconsejo que se puede. ¿Hay que trabajar duro? Sí, es un esfuerzo gigante; también hay que luchar, pero siempre se podrá trabajar acá si realmente lo desean”.


¿Eres feliz?


“Sí, completamente, porque amo lo que hago. Creo que no me equivoqué al elegir esto. Si pudiera volver a nacer escogería el mismo camino. Cada día que me levanto lo hago feliz porque sé que iré a cuidar a mis animalitos; sé que le podré dar besitos, estar con ellos y compartir con mis colegas. Sé que cuando salga del corral voy a saludar a medio Sporting, es un ambiente que no cambiaría por nada del mundo. Tanto en mi hogar como acá soy feliz y tengo a Dios que es mi principal fuente de felicidad, es quien me da la fuerza en mi vida”.


A pesar que nuestra entrevista formal terminó hace unos minutos, fue imposible no seguir compartiendo junto a Linda sobre la hípica, intercambiando opiniones y recuerdos de la niñez ligado a este bello deporte. Nuestra conversación inició en la pequeña gradería a la altura de los 1.200 metros de la pista de césped y terminó en uno de los partidores que el Valparaíso Sporting deja para los trabajos matinales.


Cuando nuestra plática seguía amena al ritmo de una improvisada sesión fotográfica, la tierra nos avisaba que ya era hora de poner fin a este encuentro. Sí, un fuerte sismo nos sorprendió arriba del “gigante mecánico” cuando la charla era de lo más amena.


Nos despedimos de nuestra entrevistada y abandonamos el Valparaíso Sporting con una gran sensación de felicidad, porque personas como ella son las que liderarán el recambio generacional en los corrales del coloso viñamarino.


¡Qué alegría saber que el mal llamado “Lado B” tendrá a una mujer maravillosa entregando todo el amor que merecen esos nobles animales!


Linda, tal como dice tu segundo nombre, esperamos que seas una “estrella” que jamás deje de brillar en la hípica nacional.-

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Fotografías: Indice1.cl


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